Ricardo Rendón fue un dios. ¡Qué bellos ojos alargados y sonreídos que eran su verdadera boca!
Cuando estamos jóvenes, no lo sabemos. No sabemos que somos aéreos sino cuando nos hundimos en el agua. Ricardo Rendón no supo lo que era, sino cuando el celeste inquilino se fue, y entonces fue cuando se mató.
¡No lo sabía! Por ahí en cafés, en pedacitos de papel, una, dos, tres, cuatro rayas y algunas sombras... ¡Si era tan fácil!"
Fragmento de "Ricardo Rendón", por Fernando González Ochoa.
vía: http://www.otraparte.org/corporacion/boletin/20061028-bol-49.html